Alineamientos urbanos antiguos llevan la investigación con LiDAR a redescubrir un sitio
Por Alexis Bridges, Tanya Catignani y Ariel Texis Muñoz
En Teotihuacan, el uso de imágenes satelitales detalladas y de tecnología LiDAR ha permitido la detección remota de elementos arqueológicos que a menudo son imposibles de visualizar a nivel del suelo. Esto confirma también que no podemos evitar el legado del pasado y sus influencias en el presente.
Una de las metas del Proyecto Complejo Plaza de las Columnas ha sido determinar qué extensión del Valle de Teotihuacan actual fue influenciada por el alineamiento de 15° al este del norte verdadero. Nuestro equipo ha rastreado este alineamiento digitalizando los elementos modernos en ArcGIS Online (Figura 1). Debido a que la Calzada de los Muertos es tan central a la ciudad, parece lógico que las estructuras modernas cercanas pudieran estar alineadas de la misma manera, pero en las áreas más alejadas del centro de la ciudad, parecería menos probable que se presentara dicho patrón. De acuerdo con nuestros cálculos más estrictos, más del 30% de la región coincide con este alineamiento tradicional, incluso las áreas que están muy lejos del centro de la ciudad. Una teoría para explicarlo, es que las estructuras antiguas, derruidas y enterradas a través de los siglos tras su construcción original, pueden aún tener un impacto en las construcciones modernas y en las decisiones agrícolas a razón de las dificultades que dichos elementos arqueológicos representan para extraer materiales y realizar las labores del arado.
Un pueblo que llamó nuestra atención se ubica al lado oeste del centro de la ciudad (Figura 1); casi todo está alineado, lo que resulta en una concentración masiva de elementos digitalizados en el mapa. Los mapas LiDAR y satelitales no revelaban ningún elemento arqueológico evidente en esa área, pero después de estudiar registros arqueológicos antiguos, encontramos que hubo una excavación en los 1960s dirigida por William T. Sanders, que había descubierto un complejo departamental, reportando que debió haber sido habitado por cientos de personas durante su ocupación máxima y estuvo habitado hasta el periodo colonial. Aunque el equipo de Sander lo identificó como el sitio TC-8, el octavo asociado al periodo Clásico teotihuacano, desafortunadamente, el mapa carecía de elementos identificables que pudieran indicarnos el lugar preciso de la excavación (Figura 2).
Este sitio pudo haber quedado perdido en el tiempo si no hubiera un segundo mapa que Sanders creó de todo el valle. Su ubicación aproximada pudo hallarse georreferenciando calles y pueblos que aún existían, y desde ahí pudo detectarse en el mapa LiDAR un alineamiento de rocas. Finalmente, re-examinamos el mapa LiDAR y encontramos algunos montículos bajos que coincidían con el mapa de Sanders (Figura 3).
La confirmación preliminar en campo arrojó resultados prometedores a través de tiestos y fragmentos de concha que eran bastante inusuales para un área interior como ésta.
Empleando un proceso similar, otro sitio al suroeste, conocido como TC-21 fue localizado con hallazgos similares de tiestos. Aunque los resultados preliminares no son todavía confirmatorios, sí indican que dichas ubicaciones pueden corresponder a aquellos sitios “olvidados” de Sanders.
Esta experiencia resalta el poder de combinar la tecnología moderna con datos históricos. La tecnología sin aspectos analógicos de la arqueología no puede mostrarnos todo, además que confiar por entero en la tecnología crearía pérdida de información. El re-descubrimiento de TC-8 y TC-21 sólo muestra que la arqueología es, y probablemente siga siendo, una ciencia histórica en su base.