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¿Qué se puede saber con el análisis de la cerámica?

¿Qué se puede saber con el análisis de la cerámica?

El caso de los candeleros

por Yolanda Peláez Castellanos

Los alfareros que elaboraron las piezas cerámicas que se recuperan en las excavaciones arqueológicas les dieron distintas formas dependiendo de la función que éstas tendrían (e.g. las ollas y cajetes se usaban en la preparación y consumo de alimentos). Una forma muy particular que corresponde casi exclusivamente a Teotihuacan (cuando se han encontrado en sitios foráneos se atribuye a presencia teotihuacana) es esta:

Candeleros de distintas fases (fotografía Fredy Álvarez)

Estas vasijas son pequeñas y pueden tener una (4x5x4cm) o dos (5x8x5cm) cámaras cilíndricas y los dobles suelen tener perforaciones laterales. En la Colonia recibieron el nombre de “candeleros” porque los indígenas los reutilizaron para soportar velas (Ceballos 1992:205-206), pero éstas no existían cuando la ciudad de Teotihuacan estaba habitada.

El análisis de los candeleros nos aporta información acerca de ellas (Peláez 2018):

PRODUCCIÓN

Al examinar las piezas, se puede apreciar la técnica que se usó para decorarlas (e.g., punzonado, incisión, impresiones de dedo).

Se invirtió más tiempo en la producción de algunas piezas (e.g., es más tardado fabricar un candelero con el labio pulido como los de la fase Xolalpan que uno con impresiones de dedo como los de la fase Metepec).

La manera de elaborarlos y decorarlos cambió con el tiempo, por sus características físicas se clasificaron en tres fases tomando en cuenta los parámetros de una cronología preestablecida (Rattray 2001), que señala que la producción de los candeleros duró un periodo de aproximadamente 400 años (250-650 d.C.). (Ver Análisis Cerámico, Cronología Relativa)

USO

Algunos rasgos observables dan indicios sobre el empleo de los candeleros:

  • Las huellas obscuras en las cámaras indican que se quemó algo dentro de ellas.
  • Se encontraron restos orgánicos carbonizados dentro de las cámaras de algunos de ellos.  
Candeleros con huellas de quemado (Fotografías Fredy Álvarez, Yolanda Peláez)

Para investigar sobre las sustancias que podrían haber contenido estos artefactos, se analizaron sus residuos químicos. Éstos se almacenan en los poros de la superficie donde se derramaron sustancias líquidas o semilíquidas, si esta acción fue repetida o si se depositó una gran cantidad de materia, se pueden identificar algunos componentes presentes en dichas soluciones (i.e., fosfatos, carbonatos, proteínas, ácidos grasos, carbohidratos y también se puede medir el pH) por medio de pruebas llamadas spot-tests (Barba et al. 2008: 721; Barba et al. 2014:202-204). Esta metodología también se utiliza para el análisis de química de suelos (Barba et al. 1991).

No todos los candeleros estuvieron enriquecidos, pero la combinación de componentes que se identificaron se interpretó como: combustión moderada de celulosa, presencia de sustancias de origen animal y combustión de resinas (Peláez 2018). Esto es consistente con los resultados de otras investigaciones (Ortiz 2006).

DEPOSICIÓN

La ubicación donde se encuentran los materiales hallados en excavaciones a veces corresponde con el lugar donde éstos fueron desechados, que no necesariamente es dónde se usaron, aunque es factible que se hayan utilizado en la cercanía y en varias localidades de Teotihuacan, los candeleros se han hallado asociados a espacios domésticos.

La mayor parte de los candeleros estudiados del PPC (77%) provino del Frente C, inicialmente se hipotetizaba que esta área era de carácter doméstico, aunque hasta ahora sólo se han encontrado cuartos al oeste del Montículo 25Z y al norte de la Estructura 26A, la presencia de candeleros apoya la idea de que esta zona podría haber sido residencial.

Unidades de excavación con presencia de candeleros y porcentaje de la muestra presente en cada frente (Datos del mapa ©PPC, elaboró Yolanda Peláez)

Referencias

Barba, Luis, Roberto Rodríguez, y José Luis Córdova

1991      Manual de técnicas microquímicas de campo para la arqueología. Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F.

Barba, Luis

2008       Los residuos químicos en cerámica. Indicadores arqueológicos para entender el procesamiento de alimentos y el uso de recipientes. En Quaderni di Thule VIII. Atti del XXX Convegno Internazionale di Americanistica, pp. 721-728. Centro Studi Americanistici Circolo Amerindiano, Perugia.

Barba Luis, Agustín Ortiz y Alessandra Pecci

2014       Los residuos químicos. Indicadores arqueológicos para entender la producción, preparación, consumo y almacenamiento de alimentos en Mesoamérica. Anales de Antropología 48(1):201-239.

Ceballos Novelo, Roque

1922      Candeleros. En La población del valle de Teotihuacan, Vol. 1, editado por Manuel Gamio, pp. 205-212. Secretaría de Agricultura y Fomento, Dirección de Antropología, México, D.F.

Rattray, Evelyn

2001      Teotihuacan: cerámica, cronología y tendencias culturales. Instituto Nacional de Antropología e Historia y University of Pittsburgh, México D.F.

Ortiz, Nidia

2006      El candelero: estudio comparativo sobre su función en Teotihuacan durante el Clásico, Epiclásico y Posclásico Temprano. Tesis inédita de licenciatura en Arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, D.F.

Peláez Castellanos, Yolanda

2018       Los candeleros del Complejo Plaza de las Columnas, Teotihuacan. Tesis inédita de licenciatura en Arqueología, Universidad de las Américas, Puebla, Cholula, Puebla.

La dieta vegetal y las plantas

La dieta vegetal y las plantas

Durante las excavaciones los arqueólogos descubren los restos de casas, plazas y edificios que fueron hechos con piedras y tierra. Estas ruinas permiten darnos una idea de cómo eran los espacios donde vivieron y convivieron las personas que los habitaron hace muchísimos años.

Pero los arqueólogos no sólo nos preguntamos cómo era el lugar donde vivió esa gente, sino cómo vivieron esas personas… y la comida es uno de los temas que inevitablemente debemos tomar en cuenta.

La alimentación humana tiene dos componentes básicos: el animal y el vegetal. En general, los muchos fragmentos de huesos de animales que se han encontrado en las excavaciones dan una buena idea de los animales que fueron consumidos, sin embargo, ¿dónde se encuentran los vegetales?

A diferencia de los huesos, las plantas y frutos que fueron utilizados y consumidos en la antigüedad casi no se preservan. Sin embargo, se pueden encontrar pistas muy valiosas de su presencia, uso y consumo. Una de ellas son las semillas carbonizadas, pero por su tamaño son prácticamente invisibles durante los trabajos de excavación, pues miden apenas unos milímetros. Entonces, ¿cómo es que se pueden recuperar?

Semillas: las pistas

Cuando los arqueólogos excavamos algún área que contiene muchos artefactos de cerámica, piedra, hueso, etc., también guardamos muestras de tierra en bolsas grandes (más de 2 litros) para analizarlas más tarde en el laboratorio.

Esa tierra se deja secar y luego se vierte en una cubeta con agua que se mueve suavemente pero de forma constante. De esta manera, los restos carbonizados “flotan” y se guardan para mirarlos después en el microscopio y poder ver qué son. A esta actividad se le llama “flotación”.

Así, los especialistas pueden identificar mediante un microscopio las semillas carbonizadas, fragmentos de madera e incluso huesos de especies muy pequeñitas.

¿Por qué carbonizadas?

Como las semillas antiguas, al igual que las demás partes de las plantas, terminan desintegrándose con el paso del tiempo, sólo aquéllas que se quemaron en la antigüedad son las que tienen oportunidad de ser encontradas por los arqueólogos ahora. Por otra parte, las raíces y otros restos vegetales no carbonizados suelen ser resultado de “filtraciones” o contaminación recientes.

Semillas carbonizadas encontradas en el Complejo Plaza de las Columnas (fotos cortesía de la Dra. Clarissa Cagnato, Plaza de las Columnas 2018)

Lo que dicen las semillas del Complejo Plaza de las Columnas

La investigación de los restos carbonizados encontrados de esta manera ha permitido identificar muchas plantas que fueron aprovechadas por los habitantes del Complejo Plaza de las Columnas, como por ejemplo: maíz, frijol, chile, calabaza, nopal, amaranto, quenopodios, chía, y verdolaga.

Algunos resultados interesantes del análisis hecho durante 2018, mostraron que otro fruto aprovechado aquí fue la guayaba. Esto es muy interesante, pues no es un fruto originario de esta región, ya que suele crecer en zonas de mucho menor altitud, así que probablemente fue una especie que fue importada al valle de Teotihuacan.

Temporada 2018

Temporada 2018

¡Una gran experiencia!

Durante este verano 2018, la temporada de campo del Proyecto Complejo Plaza de las Columnas ha sido una experiencia exitosa. Comenzando el 2 de julio, seis arqueólogos llevaron a cabo excavaciones en cinco áreas de gran interés, uno más continúa con el recorrido de superficie del Valle de Teotihuacan, y dos estudiantes internacionales junto con 23 trabajadores auxiliares de campo nos apoyaron en estas importantes actividades, además de 13 personas más en laboratorio. Asimismo, varios especialistas han llegado y otros más están por llegar para desarrollar estudios de materiales arqueológicos y muestras que complementan información reveladora sobre el pasado en esta región.

La convivencia de nuestro equipo y el aprendizaje que cada año compartimos integran una grata experiencia en esta valiosa labor para conocer más y mejor nuestro pasado.

¡A punto de cerrar las excavaciones, todos los que formamos parte del equipo del proyecto esperamos con alegría compartir más de estas experiencias con el público!

 

Y detrás de los arqueólogos…los auxiliares de campo

Y detrás de los arqueólogos…los auxiliares de campo

por Adriana Sánchez

 

Ha sido una semana intensa, estamos concluyendo la tercera temporada de trabajo de campo (2017) del PPCC, esto se traduce en concluir todos los pendientes de campo, la última foto, el último trazo al dibujo, la última letra de la descripción y en el diario de campo.

Contamos con tan sólo tres días para tapar o rellenar las cuatro últimas áreas exploradas. La primera de 12m de largo por 3m de ancho con algunas zonas que alcanzan los 2m y hasta los 4m de profundidad; la segunda, que no es tan ancha pero sí larga y complicada de rellenar, es un túnel de más de  diez metros de largo, más diez metro de ancho y un metro y medio de altura; la tercera se localiza en la parte superior de uno de las estructuras más altas del conjunto con un área aproximada de 9m por 6m con una profundidad de 3m aproximadamente; y la cuarta corresponde al túnel que se comenzó a explorar en la primera temporada de campo (2015) y del que se han obtenido cosas muy interesantes.

Terminando de escribir o hacer lo ¨ÚLTIMO de lo ÚLTIMO¨ en campo, iniciamos con el cierre de excavaciones y es entonces cuando la adrenalina aumenta, el estrés y la angustia se hacen presentes, las emociones se agolpan. Todas las áreas de trabajo deben quedar limpias, las zonas de excavación deben quedar perfectamente cubiertas.

Para estas labores nos apoyamos en las personas que nos auxilian en las labores de campo, vecinos de localidades cercanas a la Zona de Monumentos Arqueológicos de Teotihuacan (ZMAT). Son jóvenes que hace apenas un par de meses han cumplido su mayoría de edad (18 años) y que experimentan en el proyecto su primer trabajo, o bien, personas mayores que tienen más de 10 años participando en diversos proyectos de investigación arqueológica dentro de la ZMAT.

Ellos son los que hacen el trabajo duro: cargar las cubetas hasta la criba, sacar las grandes piedras de las excavaciones, idearse formas para acomodar las lonas y proteger las excavaciones de la lluvia, entre muchas otras cosas más; y aunque nosotros los arqueólogos dirigimos todas estas actividades, debemos reconocer que mucho del trabajo físico lo realizan ellos.

Y son ellos los que soportan el mal humor del arqueólogo producto del estrés por concluir en tiempo y forma; pero también son ellos lo que de pronto te dan ánimo para seguir “en esto de la arqueología”.

No cualquiera puede ser auxiliar de campo en un proyecto arqueológico, dentro de la rudeza física que demanda el trabajo se debe ser sensible y hasta delicado. Es por la conjunción de estas tres cualidades que algunos quizá no vuelvan el siguiente año; pero sabemos que a muchos de los que han estado en este proyecto los veremos la próxima temporada de campo, nos saludaremos con alegría y nos daremos la mano para continuar trabajando, pese a la angustia y al estrés que trae consigo el cierre de la temporada de campo.

¡GRACIAS a todos y cada uno de las personas que nos auxiliaron durante esta tercera temporada de campo! MUCHAS GRACIAS

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